Domingo de softbol
Fue un domingo diferente, de esos que
hace mucho que no vivía… el tiempo transcurrió lento, todos los jugadores
estaban atentos… ¿Y el sol? Wooow! el sol quemaba en todo su apogeo, la pelota
ya estaba en juego, aquí en el parque de la Colonia Sarmiento, dos equipos de
antaño, ya en la tercera entrada, con concurridos espectadores… Bola,
strike, foul!! Gritaba el ampayer a personas veteranas que
disfrutaban de un clásico juego de softbol con historia en sus adentros, con
vidas narradas más allá de un simple juego.
Y yo ahí, con la mirada fija y mil
ideas en la cabeza, toda una lluvia de pensamientos con todo lo que
silenciosamente observo, incluyendo por supuesto el arsenal gastronómico que
acompaña estos momentos: los lomitos, la chicharra, las botanas, los refrescos
sin poder faltar obviamente las respectivas chelas para darle sabor a la
ocasión y celebrar como es debido, sin protocolo alguno, el triunfo del partido
anterior y prepararse inmediatamente para quien gané el siguiente juego.
Y ahí, arriba en las gradas, solita con
su coca zero, una extraña como yo, un poco más terrenal, con su botana de
charritos y salsa, dándole un toque especial a su maravillosa blusa blanca,
manchándola de nuevo! Pero bueno eso… eso no es algo nuevo…
En fin, acá estoy, sintiéndome de casa,
en un partido de softball, observando, callada, atenta,
incrédula cada uno de los movimientos, del cacahuatero, de la
porra y de los muchos cheleros, quieta en todo momento, riéndome al ver a cada
uno de los personajes que conforman esta dinámica de juego y que hace mucho,
muchísimo tiempo no veo; que fueron parte de mi vida cuando mi papá Don Narces,
jugaba, con mis tíos y por supuesto mi abuelo, quien con gritos animosos y uno
que otro insultillo, a manera de discurso motivacional, celebraba
con una chela en la mano a todos los boloncheneros.
Hoy, emitiendo un gran suspiro, estoy
aquí, teniendo un dejavú de aquellos tiempos, de esos que erizan la piel, que
nos hacen recordar breves, emocionantes instantes y una que otra
tristeza por haber metido la pata con risas y comentarios tontos con
la gente que queremos...
¡Que ironías de la vida!, devolverme
estos momentos, no sé si serán para siempre o solo durante un tiempo… pero al
menos hoy, la tribuna, los ánimos, las gradas, las esposas, el típico tipo
impertinente que dizque funciona como “consejero”, todos y cada uno de ellos
dándole sabor a este maravilloso juego, sin faltar, por supuesto la
música de fondo a ritmo de chachacha, banda o guapachosa como aquellas que
cantaba Don Rach, mi tío, allá en casa de mis abuelos, todo esto me hizo
recordar y volver a vivirlos de nuevo...
Hoy estoy acá, con un poco de
arrepentimiento, sintiendo lo que Jorge Luis Borges decía “Cuando
uno extraña un lugar, lo que realmente extraña es la época que corresponde a
ese lugar; no se extrañan los sitios sino los tiempos” y… Saben… ¡Es cierto!...
Extraño mucho esos días en el pueblo, de disfrutar de un buen partido, de mi
gente, de esos tiempos.
Sin importar cuánto tiempo ha pasado,
hoy… estoy acá y lo mejor, inspirada... Con una circunstancia de vida que me
está permitiendo disfrutar de nuevo esto, de una manera diferente y con más
madurez, más convencida de lo que quiero.
El motivo?.. Supongo más adelante, si
Dios lo permite, lo mencionaré... Hoy solo quiero disfrutar del momento,
llevarme la mano a la frente para no gritar por un error cometido, sentir el
aire en la última grada y si es posible “deprimirme” por perder el
partido… ¡Eso sí!... Regresar de nuevo cuando sea un buen momento, a gritar, a echar porras a la gente que quiero😉

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