Vivir, una cuestión de fe...
Estos días han sido para mí, una
confrontación de como vivo, de porque hago lo que hago o decido lo que decido,
de cómo las decisiones ocasionan pesar cuando lo que queremos no coincide con
lo que somos y creemos, cuando la lejanía se hace presente a través de las
diferencias o cuando las expectativas no se cumplen y nos llenan de frustración,
llevándonos a procesos que no nos agradan, etc., etc., etc.
Durante todo este
tiempo mi cabeza no ha parado de dar vueltas a todas horas, al punto de
ocasionarme neuralgias o dolores de cabeza de tanto pensar… No, no piensen mal,
no estoy enferma, solo medio hipocondriaca o tal vez ando psicosomatizando lo que me
sucede; en el peor de los casos, estaré un
poco lurias y, en medio de esa locura, puedo ver lo diferente que soy a todo lo
demás, a todo lo que me rodea, de repente deseando, por momentos, ser un poco
más común para hacer más fácil las cosas
a las personas que de alguna manera se relacionan conmigo, pero sinceramente
dejaría de ser yo y como que ni al caso…
Sonando un poco
redundante, ha sido un pensar constante de lo que soy y porque no, también de lo que no
soy, de lo que creo y de lo que no creo, de lo que otras personas son, de lo
que esas otras personas creen y como, al día de hoy, entendernos unos a otros está siendo toda una osadía, llevándonos algunas veces a la indiferencia por estar
en líneas paralelas que no sabemos si algún día podrán cruzarse; al igual que yo, estoy segura que esas personas
también están llenas de sus propias experiencias, creencias, cultura, lo cual
también las hace actuar como actúan provocando algunas veces, al toparnos, que nos lastimemos unos a otros.
Para colmo, todo esto que soy, tiene también
una paradoja ya que repercute inmediatamente en lo que también espero que sean
conmigo, llegando a la conclusión de que definitivamente no es algo fácil, digo
tener una maravillosa persona como yo implica mucho pero muuuuucho… ¿Carácter?,
¿Tolerancia?... Mmm no lo sé, yo le llamaría amor (lo cual, obviamente deberá
ser recíproco)… aunque debo reconocer
que fácil no es porque todos somos milagros únicos y diferentes y es ahí
donde exactamente se da la paradoja, quiero que me traten igual pero eso es
prácticamente imposible porque no somos iguales y además no comulgamos con la
misma fe, aun cuando digamos profesarla al mismo ser, la concebimos diferente. Si de algo estoy segura es que, si por lo
menos se cree lo mismo, la solución a los problemas relacionales sería más
fácil pero hay que reconocer que no siempre es así.
Ahora bien,
partiendo ya, de mí no tan pequeña introducción, todo este pesar me llevó a
comprender que vivir, como dice el título de esta reflexión, es una cuestión de
fe en algo, sea en Dios (cristianamente hablando), uno mismo, la madre naturaleza, buda, Alá o en quien se te ocurra (incluso
siendo agnóstico o ateo porque tu motivación es creer en ti mismo) pero
finalmente, repito vivir es una cuestión de fe en algo que también nos hace ser
y desenvolvernos de una manera determinada para con uno mismo y para con los
demás, ya que los seres humanos en todo nuestro sentir o pensar; siempre, en todo momento, cada decisión que
tomemos vendrá impregnada de esa fe que tengamos (lo aceptes o no) todo,
absolutamente todo lo que pensamos, decimos o hacemos estará permeado por lo que
creemos, basados en una experiencia vivida, en lo aprendido o por convicción
adquirida y, disculpa tanta repetición, pero en verdad lo amerita para una
mayor comprensión.
Así que, en
general podemos concluir que la forma en
la que actuamos está determinada como ya dijimos por la cultura de la que
venimos incluyendo todo lo que ya se mencionó anteriormente, sea cual fuese el
origen (fe) de ésta, así que hay que dejar bien claro entonces, que dar por hecho
que quienes nos rodean no precisamente
pensarán similar, ni aspirarán a las mismas cosas o al menos no siempre
estarán en la misma disposición para ceder junto con nosotros, ya sea para el
crecimiento de una amistad, de una relación e incluso de un negocio.
Y esto… Aaah! queridos amigos, también es una
cuestión de fe, ya sea que el yugo sea el mismo o también si no lo es, pues
esto determinará el rumbo, ya sea para crecimiento o para una lucha constante
de explicaciones de porqué se hace esto o aquello, pero muchas veces sin unificar, lo cual resultaría en una bomba de tiempo que
tarde o temprano estallará si solo dependemos única y egoístamente de los
anhelos del corazón pero no en la cosmovisión que se profesa. Y no me mal interpreten no se
trata de convencer solo de comprender lo que esto significa pues adaptar tus decisiones a lo que más te
convenga, implica necesariamente hacer conciencia del reto al que uno se está
metiendo y la voluntad que se tiene para lograrlo.
Por lo que consecuentemente
“vivir con determinadas personas” se convierte en automático en una cuestión de fe de lograr lo que se quiere lograr, pues la idea será permanentemente tener la libertad
de poder compartir la profundidad de lo que eres sin temor al rechazo, a la
crítica, a la indiferencia o la lejanía teniendo la seguridad basada en tu fe,
que eso que crees es lo que guía tu camino y la de los demás que vivan contigo.
Al día de hoy, he
comprendido que incluso expresar “Hay que vivir la vida al máximo” tiene su
personal aplicación y por ende su propia consecuencia; cada quien decide en qué creer y cómo creer, la creencia en ese
algo tiene sus propias raíces en nuestro cambiante corazón humano, originadas
en nuestra propia, consciente o subconsciente naturaleza, en la búsqueda
personal de satisfacernos a nosotros mismos, por lo que si bien podemos ser
susceptibles de ser “manipulados” para
creer en algo como un justificante de nuestro comportamiento es necesario
recordar que nadie cambia a nadie, lo que se decida creer como referente de
vida es responsabilidad propia, es esa fe en lo que creamos lo que nos hace
vivir de una manera determinada, sea cual sea la persona o cosa en la que
creamos, por lo que afirmar que lo que nos sucede está determinada por las
circunstancias que vivimos, es una negación, pretexto o justificación para no
aceptar nuestra responsabilidad en lo que hacemos que justamente, como ya se
dijo, nace en lo que creemos y en la forma que lo creamos.
De manera personal
concluyo con el confort de saber que tanto el querer como el hacer no depende
solo mí sino en la gracia abundante de
un Dios que no cambia aun cuando yo lo haga, eso me da paz. Mi fe en Jesucristo
y su palabra, por más rara, falsa, lurias, alta o baja que le parezca a otros es
tener la seguridad de quien dirige mi barca en medio de la tormenta, es
soberano, amoroso y único aún con mi imperfección, la cual da muestra que aún
con la fe que profeso me falta mucho pero mucho aún para tenerla del tamaño de un grano de mostaza.
Practicarla y
tenerla como derrotero de vida me ha llevado por caminos inimaginables y
agradables pero ahora estoy experimentando el rechazo, el ser tomada como “cuadrada”
o cero “Open mind” por ser diferente… lo cual, créanme hoy por hoy… está siendo
todo un reto que me ha llevado al llanto y a la impotencia pero también a la seguridad de que las cosas deben hacerse sin traicionar lo que creemos a menos que esto sea mejor de lo que tenemos.
Gina Alcocer

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